domingo, 6 de mayo de 2012

See you later Señorita Indiscreta

Abandonar un camino no significa renunciar a la obra anterior...sino que ya lo has explotado lo suficiente y que quieres explorar otros rincones. No lo digo yo, lo dice David Hockney.

domingo, 1 de abril de 2012

jueves, 1 de marzo de 2012

The yings y the yangs

The Goyas






The Oscars





Seguramente haya ángeles haciendo cola para reencarnarse en Gwyneth Paltrow y verse cada día en el espejo.

martes, 14 de febrero de 2012

lunes, 13 de febrero de 2012

Hombres de verdad: Billy Beane

McAllister no aparece, y yo me he acostumbrado tanto a su ausencia que debería admitir de una vez por todas que soy un ser solitario, que McAllister es una entelequia y que no va a haber ningún James en mi vida, porque además, no me cabe y no tengo mucho tiempo. Pero en otro orden de cosas se ha colado Billy Beane en mis pantallas y claro, visto así, a Beane a lo mejor le doy tregua y le espero un mes más. Solo los americanos consiguen lo que se propongan aunque no se lo propongan. No sé si en Escocia son tan cabezotas.

Si le espero y tampoco se digna a aparecer, cuando lleguen los idus de marzo, días en los que se conmemora que un día llegué al mundo, desistiré para siempre y me dedicaré a la escritura de novelas porno en un convento, con las hermanas redimidas Sor Rata de Callejón y Sor Víbora por musas. 29 primaveras esperando a un tal James me parecen suficientes. Es hora de olvidarle y continuar con mi vida. A lo mejor me quedan otras 29 primaveras millonaria gracias a las novelas porno. En los conventos no se gasta más que rodilla, de fregar suelos, digo.



Y en estas que estamos cuando Billy Beane se convierte desde ayer en el culpable de que los dockers se hayan vuelto a poner de moda en mi imaginación. Beane tiene la culpa de que cuando una había olvidado a Kyle Chandler, Friday Night Lights, los discursos inspiracionales, el deporte (americano) y dado la espalda para siempre al hecho de que nunca hubiese sido una cheerleader en condiciones, va y llega Brad Pitt y le da la vuelta al tranquilo mundo de una. Llegan sus bíceps, su sonrisa y su actitud y una y muchas más volvemos a tener 20 años como cuando suspirábamos por Tristan y sus leyendas de pasión, o 21, cuando veíamos en bucle un vídeo donde se simulaba un secuestro a la ya súper estrella, y se le veían las piernas mientras le encerraban en una furgoneta.

¿Pueden tener actitud unos tobillos? Los de Brad Pitt si.




Sin tener ni idea de lo que es un General Manager desde ayer estoy obsesionada y no sé si quiero ser uno o tener uno. No sé si admiro que un hombre luche contra todos y contra su propio cerebelo, solo, sin mayor compañía que un vaso de plástico lleno de café jiñoso y un pipiolo de 25 años y 100 kilos por único amigo, o si me gustaría ser ese tipo de hombre a mí. Claro, quizás por eso James no llega. Porque yo quiero ser James. Entiendo que así es más complicado llegar a la casa de una que si una es una cheerleader en condiciones. Brad, por ejemplo, es más de Angelina, que podía haber sido cheerleader o lo que le hubiese salido del mismísimo. Brad, por ejemplo, se pone esta visera y todo va bien. Cualquier otro parecería un imbécil. Brad Pitt no.



Hay una casta de personas que se comen a los reyes, a los dioses, a los escritores que escriben los papeles que interpretan y que, en general, se lo comen todo, porque si luego lo queman en el gimnasio ese todo se revierte en tríceps de oro. El oro no se devalúa nunca y las superestrellas de Holllywood nacen con un par de quilates bajo el brazo. Brad Pitt se come sin guarnición a todos los de esa casta. No podría entender Moneyball yo con otro tipo.

Basada en una historia real, la de ese hombre, Billy Beane, que un día decidió dejar de pensar como todo el mundo y darle la vuelta a un juego injusto (¿acaso no lo son todos?) la peli tiene momentos que sí y momentos que no, pero lo que si que sería injusto sería no reconocerle su hazaña. Al menos, la de dejar de pensar como todo el mundo. Quien tira la primera piedra siempre se ve apedreado por la segunda. Pero si la tercera llega la meta, todo el mundo se gira y le mira a él. Y son las personas así a las que una echa de menos y el tipo de persona que una querría llegar a ser. Por eso Billy Beane es un hombre de verdad de los pies a la cabeza. En el caso de Brad Pitt, es un hombre de verdad por todo el cuerpo. Aderezado por un vestuario que no hace más que resaltar lo que ya se intuye como un instrumento de sufrimiento para quien se ha gastado 8 euros en comprarse un domingo de frustración. Para rematar la jugada, también hace de padrazo.





Pero, ¿por qué sólo hay uno de estos? ¿POR QUÉ?

domingo, 8 de enero de 2012

Moodboard: Azul Thatcher


































Gracias Abi Morgan, Meryl Streep y Phillipa Lloyd allá donde os encontréis. Y a Margaret Thatcher, quien me ha recordado (entre otras tantas cosas) que yo soy mi propio McAllister y que siempre ha sido así...y que me ha hecho salir del cine sin respiración.

En la butaca de al lado dos inteligentes señoritas comentaban que a la gente no le interesan las cosas de una vieja chocha, ni las paranoias que le salen de la cabeza, ni movidas así, que ellas lo que querían ver era pues, eso, los años de la Thatcher, los ochenta, esas cosas, tía. Pude haberles dicho que lo que querían ver era un documental, pero me dio pereza y me fui.

viernes, 6 de enero de 2012

Mientras espero a McAllister

No tengo ninguna prisa porque el escocés aparezca ya, entre otras cosas porque no tengo tiempo ni para lavarme el pelo, así que citas de duración normal, preámbulos y cortejos no me caben ahora mismo en el horario. Pero eso no significa que no pueda darme un lujo de vez en cuando, mientras Baltasar, Melchor y Gaspar están ya en Glasgow manufacturándome mi propio y único James McAvoy.




El último rey de Escocia
, película que me salté en el 2006, tiene una historia de la madre tierra y un médico escocés como protagonistas. África y Escocia, las dos cosas que más me interesan en el mundo ahora mismo. Qué coño estaría haciendo yo en 2006.