Fortunata y Jacinta 2.0

Por cuestiones laborales algo prosaicas me encuentro enfrascada en el visionado de la serie “Fortunata y Jacinta”, dirigida por Mario Camus en 1980, una obra exquisita, lenta, rara y especial.




Me ha hecho pensar sobre los actores españoles de antaño y los de hoy, sobre como seria sentarse con un polisón atado al culo y sobre los novelistas, los guionistas, el oficio y otras cosas mas tontas y que no voy a poner aquí...

Voy por el capitulo quinto y como no me he leído el libro y estoy intentado que nadie me cuente nada no se muy bien que va a pasar aunque me lo imagino.

Es tan difícil en estos días descubrir cosas sin que alguien te suelte un espoiler porque si, que me estoy permitiendo el lujo de redescubrir a Benito Pérez Galdos muchos años después de mi primer contacto con el; aquel extraño libro llamado Marianela, del cual recuerdo el nombre, la feísima niña de la portada y que era muy, muy triste.



Esta simpática fotico de Benito + gato aguanta minuto y medio de títulos de crédito...


La serie empieza contándonos la historia de Juan Santa Cruz, niño bien de familia muy bien.
Juan es un listo y un tarambana y hace lo que le sale del mismísimo aunque vaya en batín y asista de traje a sus clases de Derecho.


Aquí acaba de hacerse un huevo frito detrás del banco y durante una clase magistral. Toma ya.


Fortunata es una pobre mujer de mala vida que se cruza en su camino y con la que entabla relaciones.
Después de embarazarla y mandarla a hacer puñetas (desatada ya su pasión) se casa con su prima Jacinta, buena, dulce y de familia también requetebién, estéril como un lápiz sin mina.









Esta es Fortunata.
Ana Belen en los ochenta comiendo huevos, icono total.









Esta es Jacinta.
Personaje y actriz (Maribel Martin) que me tienen fascinada.



Lo que pasa después es una telenovela / fresco de la sociedad de la época muy bien contada, en ese final del siglo XIX donde ser español todavía significaba algo.



Vicente Aleixandre, español con repollo y animales que hacen...huevos.


Yo que por esta serie, por otros motivos vitales y porque me da la gana me encuentro a mi misma muy siglo XIX últimamente, reivindico el pasado en todas sus vertientes.

Aunque los planos se me hagan eternos a veces (eso, si en ritmo ha avanzado mucho el mundo y sus audiovisuales) por lo menos están rellenos de cosas de calidad, aunque sea Fortunata yendo a abrir una puerta. Me la creo mas a ella haciendo nada que a todos los actoruchos que pueblan nuestras pantallas, donde a mi no me la cuela ya casi nadie (y mira que estoy dispuesta).


Fortunata camina con garbo.

En cuanto al vestuario, como es de suponer, mis ojos gozan viendo las telas utilizadas y el cuidado puesto en cada detalle, dado tambien por la epoca misma.
Igual que la dirección de arte, que es maravillosa.












Esto es una juerga del XIX, no muy distinta a las de ahora.



Y esto es un salon en el que podria morir feliz.
Que saturacion, que sindrome de Diogenes, que todo.



Se gastaron 140 millones de pesetas de la época, y más de 100 personas estaban dedicadas solo a los escenarios. (Ríete tú de Águila Roja)
Que digo yo también que donde están todas esas cosas... ¿escondidas y solas en un almacén olvidado de Prado del Rey?
Y ya que estoy, ¿alguien se cree que sin publicidad TVE va a poder hacer algo así cuando se acaben las rentas de las que vive?

En fin, la serie se puede ver enterita en la web de TVE.

A disfrutarla.