Sois magos, la escribo tarde pero tenéis todavía un par de horas.
Os dejo unas cosillas en el balcón. Me gusta regalar bien pero no puedo leerle la mente a tres tíos que (no) veo una vez al año. Espero que os gusten.
A lo que voy.
Este año me he portado DE PUTA MADRE. Progreso adecuadamente en todas las categorías, y no lo digo yo, es que me lo dice la gente. Las asignaturas de cocina, limpieza del hogar y planchado de lo que contienen los armarios son materias que puedo prometer y prometo aprobar en junio. Osea que el cómputo general vital dice que con 2 aprobados (salud mental, vida social) 3 notables (sexo, familia, trabajo) y un sobresaliente (animales a mi cargo vivos) soy una buena chica.
Así que no creo que os cueste demasiado concederme un único deseo, que hará la espera de todos los deseos superficiales, materiales y muy frívolos que tengo para 2013 mucho más sencilla y placentera. Una dulce travesía, vaya.
Queridos Reyes Magos, yo lo que quiero es un poco de amor. No del loco, desatado y pasional, que ese es fácil. Ni del que es de mentira y los participantes lo saben. Ni del que dura para siempre, que no existe. Quiero amor del normal, del maduro, de los que tiene Gary Cooper; del difícil, del complejo, del que no se rompe aún cuando las dos personas implicadas no están juntas. Quiero un amor divino y celestial, de príncipes y castillos.
Creo que el objeto de mi amor ha de ser escocés. Tuve un sueño en Navidad con un tal McAllister en el que sonaban gaitas.
Os respeta y admira,
La Señorita Indiscreta
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