martes, 30 de noviembre de 2010

Hombres…qué sopor, qué sueño, qué tranquilidad.

Tengo una necesidad. Tú lo sabes muy bien. Tú, hombre normal. Estás muy enterado. Te necesito. No tus hola guapa, ¿qué tal?. No tus, ¿vamos a cenar?. No tus dame la mano, ni tus ¿te vas ya?...nada de eso me apetece. Yo necesito un hombre cerca porque necesito DORMIR.




Los años me han confirmado lo que ya sabía. La testorena, mucho más simple y tontorrona que nuestras hormonas, reconforta, da sueño y calma la ansiedad. Si es verdad (que es verdad) que los hombres son de Marte, y las mujeres somos de Venus, Marte se hizo acopio de todo el cargamento de ansiolíticos y Venus es una rave degenerada con ciclotímicas borrachas y fumadas bailando solas mirando para el aire.


Como estos después del agua.

Últimamente me he descubierto mendigando masculinidad a mi alrededor, para calmar mis nervios y quedarme a su lado viendo la vida pasar. Así, sin que pase nada. Ni que importe si va a pasar o no. Osea, importa, pero menos. Es como ver la vida detrás de un cristal. Sin querer arañarlo o partirte la cabeza contra él. Qué goce, por favor. Recuerdos de infancia que me hacen echar de menos a mi padre, y el olor a puro, y el carrusel deportivo, Balaídos y La Romareda, y también ir en coche y dormir. Ves, ¡dormir!. Y las cartas, y el café, y el uniforme a mediodía, y las barbas. ¿Será por eso que me gustan tanto? En el fondo… ¿es cierto que nos gustan nuestros padres? Ay Dios. Algo me dice que si. Será la costumbre, que ya total, para que la vas a cambiar.





Yo hace tiempo que no duermo. Y ha habido épocas en las que he dormido mejor, pero todo, desde las series malas hasta las buenas comidas tienen un final (mejor que lo sepas ya) y ahora, pues no duermo. Me he descubierto a mí misma intentando acercarme a tipos fornidos en el metro, por ver si dejaba caer mi cabeza en su hombro en una parada cualquiera, y dormía. También me he visto viendo partidos que no me interesaban por ver si en el descanso podía apoyarme en un brazo, y dormía. Cuando viajo en autobús intento que me toque un gordo comiendo chorizo cerca, por si me da sueño. Y cuando voy en avión, ay Dios, cuando voy en avión no me siento en el regazo del piloto porque queda mal.

Frecuento estancos, puticlubs, y he aprendido a jugar al tute. Mis amigos se aburren conmigo porque yo sólo quiero estar a su lado, sin hablar, como una maceta. Intento en esos escasos momentos absorber todo lo que pueda de ellos, para que así luego me quede algo el resto de la semana. Y eso porque no puedo guardar su esencia en un bote para luego dormir una siesta de vez en cuando.




Yo no quiero un novio de más, ni un amigo de menos, ni siquiera uno con derecho a roce, ni un primo, ni un hermano (bueno, un hermano igual no me venía mal), ni un compañero de trabajo, por DIOS SANTO, yo necesito UN HOMBRO EN EL QUE SOBAR.

Os echo de menos testoteronas del mundo…¿se venderá algo de eso en eBay?

Y qué tiene que ver esto con la moda y el cine. Todo y nada. Nada y todo. Porque todo es cine, y casi todo es moda, de repente, se me ha venido a la cabeza que Marta Kauffman (guionista y creadora de Friends) ya sabía todo esto en los noventa: en el primer capítulo de la tercera temporada, Mónica no puede dormir hasta que, más o menos, digamos que se fuma un buen puro y descubre la Guerra Civil norteamericana en un vídeo por catálogo.

Son, las cosas del dormir.



jueves, 25 de noviembre de 2010

Vestidos de gala: ¡Qué complicación!




Lo peor de que te inviten a una GALA, es eso, ¡que te inviten!
Si no te invitan mal, porque no vas. Pero si te invitan, casi peor, porque tienes que ir. Y no te vale ir de cualquier manera porque NO puedes ir de cualquier manera. Y el que diga que no le importa cómo ir, MIENTE SIN PUDOR.




De golpe y plumazo entiendo a las pijas, a las Mujeres Ricas, a la Leti y a la Preysler. A todas juntas, desde aquí, mi más sentido pésame. Su vida es un eterno posible funeral mediático y eso debe generar un estrés que ni te cuento. A mí, que nadie me va a hacer fotos (ni caso, ya que me pongo) me está costando el estómago, la claridad de ideas y medio hígado, es decir, la salud. Porque de mi cuenta bancaria no quiero ni hablar.




La búsqueda del vestido ha sido dolorosa. Ha acelerado mi depresión hacia un pozo que todavía no conocía. Y mira que conozco pozos. Es lo que me pasa últimamente cuando me pasan cosas buenas, que no las asimilo y me dan ganas de llorar. Y luego el tiempo, que no tenía. En dos días todo, hala, deprisa, corriendo, y por supuesto, mal. Sobre todo cuando tus expectativas y exigencias son muy altas y todavía no eres musa de nadie que haga realidad los sueños hechos vestidos que tienes en la cabeza. La imaginación a veces, es un lastre con cadenas.




A mí el gusto por la moda me viene de las revistas, por supuesto, pero de una manera muy especial, a través de las pantallas. Necesito que haya un personaje detrás del vestido, sino es como que no. Por eso me fascinan más las actrices que las modelos. Aunque haya modelos que son ya personajes. Pero son las menos.


Su vida es una peli, por eso nos flipa tanto. Por ejemplo, con Testino se lo pasa pipa.


Mi inspiración para esta gala, al menos, la tenía clara. Manejo mucha información visual en los confines de mi hogar pero cuando tengo que ser metódica, lo soy. Para esta ocasión el icono iba a ser Drew Barrymore en los actos de presentación de Grey Gardens, película donde interpretaba a Edith Bouvier Beale, prima decadente de Jackie Kennedy (ver post: http://diariodeestiloindiscreto.blogspot.com/2010/01/globos-de-oro-version-lujo-decadente.html).




Más vintage que el Titanic, como de recoger un Oscar, etéreo como Nicole Kidman en Los Otros, un poco de borracha de vuelta de todo: un look imposible por difícil. Me gustan los retos aunque sólo los conozca yo. En este me llamo Claire, acabo de naufragar en el barco más famoso de todos los tiempos, y un encantador aristócrata me ha rescatado en el Carpathia. Voy a Nueva York a ser actriz de teatro y acabo de abandonar a mi familia, adinerada pero llena de locos dementes que me hacían la vida imposible. El futuro está en mis manos y mi apariencia frágil esconde una voluntad de hierro. Y ni el hundimiento de la mierda de barco petulante este, ni el frío que me cala hasta los pezones (el vestido es de raso), podrán conmigo.



Y con esta búsqueda del look perfecto he descubierto dos cosas que ya sabía: sólo Versace Atelier y Alberta Ferreti tenían lo que yo necesitaba y el resto de tiendas de Madrid tenían…NADA. Pasadas las cinco horas de búsqueda había subido el presupuesto un 200 por cien y tampoco. La competición la iba ganando un Karen Millen de rebajas, pero yo sabía que no, que ÉL tenía que llegar. Cualquier otra cosa hubiese sido un ave de paso. Un amante oportuno. Una relación con el final sobre la mesa.

Y el caso es que sabía perfectamente donde estaba ÉL, pero el hijoputa no estaba disponible todavía para mí. Si la búsqueda de este vestido fuese una metáfora de mi vida (que lo es) estoy dando vueltas alrededor de lo mismo sin parar, pensando en las desastrosas consecuencias de elegir algo, para no elegirlo nunca y seguir así hasta que me salgan canas…ESTOY AGOTADA.

ÉL estaba en Corachán y Delgado, que es esa tienda vintage maravillosa de al lado de mi casa. Es como entrar en un paraíso donde el tiempo se detiene, las modas pasan de largo y lo único que importa es el estilo, ese que nunca muere. Pero por avatares del destino, Almodóvar había estado grabando allí sus cositas y estaba cerrada hasta ayer. Y no podía dejarlo todo al azar… Pero finalmente llegó ayer, día en el que ÉL y yo nos encontramos. Y fue amor a primera vista, mi alma gemela, el mechero de mi cigarro. Le vi, nos miramos, nos probamos en el baño (Bimba Bosé ocupaba el tocador grande) y nos declaramos amor profundo. Me he casado con un camisón salmón de los años cuarenta, con bordados hechos a mano por una cariñosa y aplicada mujer en años en los que las mujeres se acostaban tan elegantes que debía de darles pena dormirse.




La chica que nos atendía (majísima) nos daba un notable alto a mí y a mi pareja, y Corachán (o Delgado,no sé quién es quién) me dijo que me llevaba un joyón. No necesitaba más. Sé que es una apuesta arriesgada ir con ropa de cama a un sitio de postín, pero es lo que tiene el amor, que no entiende de razonamientos.




Y cuando ya pensaba que lo tenía todo, o al menos lo más importante…¡NO! ¡ERROR! ¡CRASO ERROR! Ahora falta la depilación hasta de los pelos internos, la exfoliación de los codos hasta que te duelan, la mascarilla de tres días antes y las gotas flash para la cara justo antes de ir, el maquillaje (que no tienes), las uñas (que te comes), el perfume (que se te ha acabado), las bragas CORTADAS CON LÁSER para que no hagan “rulo” (¿?) y te marquen lo que de normal debería marcarse, ESPARADRAPO para las tetas y MIL CIEN GAITAS MÁS…los pendientes que te den color pero que sean especiales, el peinado arreglao pero informal, el abrigo, por dios, ¡el abrigo! (¿¿¿pero como es posible que no tenga un abrigo NORMAL???) y así hasta el infinito. Porque es increíble, pero me olvido de cosas.

Así que resumo que es dificilísmo ser pija y estar perfecta. Desde hace dos días me quiero operar hasta la rabadilla, nada me gusta, nada me agrada. Y todo es muy confuso, la cabeza me da vueltas. Y luego descubro que a mí, de normal despendolada, lo que realmente me apetece es mandarlo todo a la mierda y salir de la fiesta con mi camisón-años-cuarenta-más-vintage-que-LauraPonte roto rotísimo. Como ésta de aquí abajo, que como ya sabemos, es la única que se lo puede permitir. De momento.




Pero la verdad es que ayer probando el modelito en casa con mi personal assistant (The Cookie, la única que me entiende aunque por dentro esté hecha de galletas) descubrí que poco a poco, y sin yo quererlo, de la dulce Claire de 1912 había pasado a esto de aquí abajo. Qué le vamos a hacer.



Versión soltera y sin hijos, eso sí.


Y mira que todo había empezado buscando un vestido negro normal con la espalda al aire. A veces hasta a mí misma me resulto rara. Dios mío, ¿qué pensarán los demás???

domingo, 7 de noviembre de 2010

Sudaderas, chanclas e ideas

A partir de ahora sólo me voy a poner sudaderas de GAP y chanclas de piscina. Y me voy a sentar en el sofá a pensar hasta estrujarme el cerebro para alejarme de mi mísera existencia con una gran idea. Ah no, que eso ya lo hago.



A éste hacer eso le sale muy bien.



Jesse Eisenberg (también prota de Adventureland) interpreta a Mark Zuckerberg (el cerebrito de arriba). Y supongo que a Mark le dará lo mismo, pero Jesse es una monada y además lo hace genial. Me encanta.





David Fincher ha creado una peliculota donde facebook y realidad se mezclan para explicar cómo surgió la idea más cara de la década. Es La red social y te va a tener varios días pensando en cómo perdiste el tiempo en la Universidad. Y qué mal la elegiste. Si no has ido a Harvard tu rector nunca podrá haberte dicho que "todo el mundo en Harvard está inventando algo. Los estudiantes de Harvard creen que inventar un trabajo es mejor que buscarlo. Así que les sugiero a ustedes que vengan aquí de nuevo, pero con un nuevo proyecto."

Se lo dice a estos dos GILIPOLLAS.



Son los gemelos Winklevoss, ese tipo de gente que hace todo bien y a la que le sale todo bien porque su cuna lo quiso así. Menos facebook. ¡Ja!
"Si facebook es vuestro, facebook SERÍA vuestro". Mark Zuckerberg dixit.


Si ya con el "no haces 500 millones de amigos sin ganarte algunos enemigos" esta historia se había ganado mi simpatía, con su prólogo y su final se ganó mi respeto, que es mejor.
Tengo una apariencia normal pero debajo se esconde un ser bastante inadaptado y siempre he pensado que mi avatar real es un informático calvo con gafas. Así que el personaje Mark Zuckerberg me atrajo desde el primer momento. Y ahora es mi ídolo, mi Dios y mi inspiración diaria.
Me encanta que la gente le dé igual, me gusta que sea un sirviente de su cerebro, que dependa y viva por él y que su exigencia sea sólo suya mientras responde a valores que sólo existen en su cabeza. Cómo hace de su dolor algo tan rentable, sea o no verdad, es directamente, mi propósito en la vida.

Enredando un poco el cotarro, como la vida misma, Mark está rodeado de los siguientes chupatintas:

La pijaza de su novia es Rooney Mara, que caracterizada para este papel es igual a la pija de Pretty Little Liars.


Rooney Mara.


Troian Bellisario.
Separadas al nacer gracias al arte del maquillaje y la luz indirecta.


Eduardo Saverin ,amigo fiel e inocente economista, es un personaje precioso. Así como la acatarrada voz y aspecto de Andrew Garfield, quien lo interpreta. Otra MONADA, esta vez, con mayúsculas. Y trajes, trajes y trajes.




Justin Timberlake interpreta a Sean Parker, creador de Napster y candidato al tío más PEREZAS DE LA HISTORIA. Hasta ahora no lo sabía pero Justin es feo y da grima. ¿Será así el verdadero Sean? ¿O es sólo por las gafas que lleva? O mucho peor para él, ¿le espera a Justin Timberlake una existencia como actor incomprendido cantando en la MTV?





La película se fue escribiendo (por Aaron Sorkin guionista de entre otros, la genial e ignorada Studio 60) a medida que tambien se escribía el libro en el que se inspira, y eso permitió capturar el espíritu de los tiempos como nunca.

Y ayer, por casualidad, terminé en el medio de una fiesta (como alguien dijo después) muy antes de facebook, y yo diría muy 2002, es decir, llena de universitarios que no hacían más que perder el tiempo.
En cuanto pude, me vine corriendo de nuevo a mi sofá.
Me encomiendo a ti, Mark, para lo que venga después.