jueves, 25 de noviembre de 2010

Vestidos de gala: ¡Qué complicación!




Lo peor de que te inviten a una GALA, es eso, ¡que te inviten!
Si no te invitan mal, porque no vas. Pero si te invitan, casi peor, porque tienes que ir. Y no te vale ir de cualquier manera porque NO puedes ir de cualquier manera. Y el que diga que no le importa cómo ir, MIENTE SIN PUDOR.




De golpe y plumazo entiendo a las pijas, a las Mujeres Ricas, a la Leti y a la Preysler. A todas juntas, desde aquí, mi más sentido pésame. Su vida es un eterno posible funeral mediático y eso debe generar un estrés que ni te cuento. A mí, que nadie me va a hacer fotos (ni caso, ya que me pongo) me está costando el estómago, la claridad de ideas y medio hígado, es decir, la salud. Porque de mi cuenta bancaria no quiero ni hablar.




La búsqueda del vestido ha sido dolorosa. Ha acelerado mi depresión hacia un pozo que todavía no conocía. Y mira que conozco pozos. Es lo que me pasa últimamente cuando me pasan cosas buenas, que no las asimilo y me dan ganas de llorar. Y luego el tiempo, que no tenía. En dos días todo, hala, deprisa, corriendo, y por supuesto, mal. Sobre todo cuando tus expectativas y exigencias son muy altas y todavía no eres musa de nadie que haga realidad los sueños hechos vestidos que tienes en la cabeza. La imaginación a veces, es un lastre con cadenas.




A mí el gusto por la moda me viene de las revistas, por supuesto, pero de una manera muy especial, a través de las pantallas. Necesito que haya un personaje detrás del vestido, sino es como que no. Por eso me fascinan más las actrices que las modelos. Aunque haya modelos que son ya personajes. Pero son las menos.


Su vida es una peli, por eso nos flipa tanto. Por ejemplo, con Testino se lo pasa pipa.


Mi inspiración para esta gala, al menos, la tenía clara. Manejo mucha información visual en los confines de mi hogar pero cuando tengo que ser metódica, lo soy. Para esta ocasión el icono iba a ser Drew Barrymore en los actos de presentación de Grey Gardens, película donde interpretaba a Edith Bouvier Beale, prima decadente de Jackie Kennedy (ver post: http://diariodeestiloindiscreto.blogspot.com/2010/01/globos-de-oro-version-lujo-decadente.html).




Más vintage que el Titanic, como de recoger un Oscar, etéreo como Nicole Kidman en Los Otros, un poco de borracha de vuelta de todo: un look imposible por difícil. Me gustan los retos aunque sólo los conozca yo. En este me llamo Claire, acabo de naufragar en el barco más famoso de todos los tiempos, y un encantador aristócrata me ha rescatado en el Carpathia. Voy a Nueva York a ser actriz de teatro y acabo de abandonar a mi familia, adinerada pero llena de locos dementes que me hacían la vida imposible. El futuro está en mis manos y mi apariencia frágil esconde una voluntad de hierro. Y ni el hundimiento de la mierda de barco petulante este, ni el frío que me cala hasta los pezones (el vestido es de raso), podrán conmigo.



Y con esta búsqueda del look perfecto he descubierto dos cosas que ya sabía: sólo Versace Atelier y Alberta Ferreti tenían lo que yo necesitaba y el resto de tiendas de Madrid tenían…NADA. Pasadas las cinco horas de búsqueda había subido el presupuesto un 200 por cien y tampoco. La competición la iba ganando un Karen Millen de rebajas, pero yo sabía que no, que ÉL tenía que llegar. Cualquier otra cosa hubiese sido un ave de paso. Un amante oportuno. Una relación con el final sobre la mesa.

Y el caso es que sabía perfectamente donde estaba ÉL, pero el hijoputa no estaba disponible todavía para mí. Si la búsqueda de este vestido fuese una metáfora de mi vida (que lo es) estoy dando vueltas alrededor de lo mismo sin parar, pensando en las desastrosas consecuencias de elegir algo, para no elegirlo nunca y seguir así hasta que me salgan canas…ESTOY AGOTADA.

ÉL estaba en Corachán y Delgado, que es esa tienda vintage maravillosa de al lado de mi casa. Es como entrar en un paraíso donde el tiempo se detiene, las modas pasan de largo y lo único que importa es el estilo, ese que nunca muere. Pero por avatares del destino, Almodóvar había estado grabando allí sus cositas y estaba cerrada hasta ayer. Y no podía dejarlo todo al azar… Pero finalmente llegó ayer, día en el que ÉL y yo nos encontramos. Y fue amor a primera vista, mi alma gemela, el mechero de mi cigarro. Le vi, nos miramos, nos probamos en el baño (Bimba Bosé ocupaba el tocador grande) y nos declaramos amor profundo. Me he casado con un camisón salmón de los años cuarenta, con bordados hechos a mano por una cariñosa y aplicada mujer en años en los que las mujeres se acostaban tan elegantes que debía de darles pena dormirse.




La chica que nos atendía (majísima) nos daba un notable alto a mí y a mi pareja, y Corachán (o Delgado,no sé quién es quién) me dijo que me llevaba un joyón. No necesitaba más. Sé que es una apuesta arriesgada ir con ropa de cama a un sitio de postín, pero es lo que tiene el amor, que no entiende de razonamientos.




Y cuando ya pensaba que lo tenía todo, o al menos lo más importante…¡NO! ¡ERROR! ¡CRASO ERROR! Ahora falta la depilación hasta de los pelos internos, la exfoliación de los codos hasta que te duelan, la mascarilla de tres días antes y las gotas flash para la cara justo antes de ir, el maquillaje (que no tienes), las uñas (que te comes), el perfume (que se te ha acabado), las bragas CORTADAS CON LÁSER para que no hagan “rulo” (¿?) y te marquen lo que de normal debería marcarse, ESPARADRAPO para las tetas y MIL CIEN GAITAS MÁS…los pendientes que te den color pero que sean especiales, el peinado arreglao pero informal, el abrigo, por dios, ¡el abrigo! (¿¿¿pero como es posible que no tenga un abrigo NORMAL???) y así hasta el infinito. Porque es increíble, pero me olvido de cosas.

Así que resumo que es dificilísmo ser pija y estar perfecta. Desde hace dos días me quiero operar hasta la rabadilla, nada me gusta, nada me agrada. Y todo es muy confuso, la cabeza me da vueltas. Y luego descubro que a mí, de normal despendolada, lo que realmente me apetece es mandarlo todo a la mierda y salir de la fiesta con mi camisón-años-cuarenta-más-vintage-que-LauraPonte roto rotísimo. Como ésta de aquí abajo, que como ya sabemos, es la única que se lo puede permitir. De momento.




Pero la verdad es que ayer probando el modelito en casa con mi personal assistant (The Cookie, la única que me entiende aunque por dentro esté hecha de galletas) descubrí que poco a poco, y sin yo quererlo, de la dulce Claire de 1912 había pasado a esto de aquí abajo. Qué le vamos a hacer.



Versión soltera y sin hijos, eso sí.


Y mira que todo había empezado buscando un vestido negro normal con la espalda al aire. A veces hasta a mí misma me resulto rara. Dios mío, ¿qué pensarán los demás???

4 comentarios:

  1. Es buenisimo,genial,y REAL

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno Xeliña.Tienes los mismos gustos que yo.Ya me había fijado en ese vestido de la Drew cuando salió.Me encanta esa época , yo tambien elegiría un vestido así para una gala que por cierto ¿ande vas? ¿qué gala es? ¿dónde? ¿cuándo? Cuenta, cuenta, porfa plis....Tu vecinita del 4ºB.Besacos!!

    ResponderEliminar
  3. Ese vestido camisón jamás penso que sería el protagonista de este maravilloso relato. Me encanta.

    ResponderEliminar
  4. Vecinita salerosa, los datos escabrosos te los cuento en Navidad frente a una tarta de esas guachis que os marcáis, con fotos y detalles cósmicos! Y me encanta saber que los gustos los seguimos teniendo igual (aunque ya lo sabía la verdá) así que confirmo que ya sé a quién llamar si algún día me falla el instinto!

    Julita les voy a enviar a sus ex dueños el realto, a ver que les parece.

    BesoX

    ResponderEliminar