domingo, 7 de febrero de 2010

Diseñadores: 1. Joaquín Trias, ¿quién es este chico?



La discreción es la sensatez, la reserva y la prudencia para obrar.
Joaquín Trias, el que posiblemente se convierta en el nuevo nombre de la moda española, es discreto, muy prudente y parece más sensato todavía.

El diseñador irrumpe de la nada, en la Semana de la Moda de Nueva York el pasado septiembre, para deleitar a propios y ajenos con una colección basada en la búsqueda de nuevas estructuras para la silueta, haciendo hincapié en formas cónicas, rectas y en líneas firmes. Buscando en los logros del pasado mientras mira de reojo hacia el futuro, sienta las bases de lo que supongo que va ser el estilo de este ambicioso diseñador.




Criado en una familia aristocrática, desde pequeño se familiarizó con la disciplina, el esfuerzo y la dedicación. No en vano, de los 11 a los 16 años una academia de tenis en Florida ocupó su tiempo, para luego estudiar Empresariales en Madrid.

Pero bajo la combinación de tan diversas disciplinas latía un corazón apasionado por la moda, por las formas y por la belleza, que tuvo que luchar contra una familia reticente a dejarle lograr sus sueños. La influencia en los gustos del joven Joaquín la estaban ejerciendo, sin que nadie lo supiera, sus ilustres abuelas, la aristócrata Cristina Sartorius y Frida Trias, modelo y musa de, nada más y nada menos, Cristóbal Balenciaga.

Esto nos lleva a pensar que Trias, aunque autodidacta e intuitivo, tal y como él mismo se define, cuenta con el ala protectora del conocimiento de esas cosas que no se enseñan, que uno capta mientras crece y se hace mayor. Lo vemos en el detalle de un fruncido, de un corte simétrico o incluso, en la experimentación con tejidos de alta tecnología. Y es que puede ser que haya sido el mismísimo Balenciaga quien, a través de algún traje conservado todavía por su musa, haya tocado con su varita a un joven Trias, que, veloz, ya ha declarado que el genio todavía no tiene heredero y que él esta dispuesto a serlo.




Y vaya si está dispuesto. En su base, tres cosas, talento, trabajo duro y claridad de ideas: la moda es arte y negocio al mismo tiempo. Diferenciándose así de cualquier otro, Trias reniega del concepto subvención tan conocido por nuestros lares y se dedica a desarrollar una estrategia de negocio que habla por sí misma.







Quiso hacer su debut antes de que nadie hubiese visto ninguno de sus modelos (ni siquiera se los dejaba ver a los propios maniquís) y no cedió ante los primeros impulsos comerciales. Sabía que lo que tenia era bueno y quiso primero presentarse ante el mundo, para negociar con él después. No hay aspavientos, no hay figuración, lo que importa es el trabajo, el diseño. Un poco, podría decirse, `a la Balenciaga.

A su primera colección ha querido llamarla, “Lineal Study”, ya que las ambiciones de Trias apuntan alto, y su inspiración directa, ahora mismo, es la arquitectura. El concepto es el vestido como un ente arquitectónico que convive con el entorno para resaltarlo. En este caso, que también convive con el cuerpo de la mujer que lo lleva puesto para conferirle carácter, fuerza, vigor y clase, mucha clase.




La construcción de ese edificio que es cada look de la colección, cobra protagonismo. Las estructuras y las líneas del tejido acaparan toda la atención y la mujer resalta en un outfit concebido para triunfar.




Y es que toda la colección destila aroma a poder, a decisiones importantes y a mujeres alfa dueñas de su destino, en concreto neoyorquinas, es decir, esas mujeres del futuro que ya existen en esa pequeña, y a la vez, grandísima isla. Por algo fue Nueva York el enclave elegido para su debut. Posiblemente, y como apuntan desde su oficina, nuestro país todavía no esté preparado para Trias.

Los colores que utiliza el constructor para su obra, como si la propia concepción de la arquitectura lo pidiese, llegan directamente de la naturaleza.




En un guiño ecológico; gris antracita, azul océano, verde pistacho o negro se expanden sobre unos tejidos duros y tecnológicos por un lado, y suaves y volátiles (como la organza y la seda) por otro, en una mezcla interesante y arriesgada.

Las formas son, en general, tiesas y muy rectas, a veces, en forma de cono invertido. La sinuosidad de algunas prendas ejerce de contraste perfecto en esa continuidad lineal del conjunto. Todo de manera muy concisa, sobre un fondo blanco y una pasarela desnuda donde lo único que importa es el detalle de la creación. Igual que su autor, la colección no habla, solo es. Al que le guste bien, y al que no, también.





Si bien es cierto que tendremos que ver mas muestras del trabajo del diseñador para jugar a las adivinanzas, se puede aventurar que aunque Joaquín Trias no quiera ser un diseñador para las masas, cuando el futuro llegue, lo será. Porque la mujer que él visualiza rebosa personalidad, y apuesto a que más de una estará dispuesta a pagar lo que sea para tenerla.

Sus diseños puros, limpios, innovadores y en definitiva elegantes, distinguen a quien los lleva.
Así que supongo, sin ser nada discreta, que si sigue así, tendremos Trias para rato.




La respuesta, el próximo 18 de febrero, día en el que se subirá de nuevo a la pasarela neoyorquina.

Quien sabe si ese día, fijándonos en Trias, estaremos captando esas pequeñas cosas que nadie nos puede enseñar, esos detalles que vagan en escogidas atmósferas, haciendo así nuestra vida un poco más elegante, más sublime, más perfecta.
No lo olvideis, el futuro ya esta aquí.

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