miércoles, 11 de mayo de 2011

Pikolin llama a tu puerta

No hay más ciego que el que no quiere ver. Llevo 1 año durmiendo en una cama de mierda a la que tenía mucho cariño por el mismo que le tengo a su antigua dueña y no quería aceptar la realidad, que estaba ahí dispuesta a darme en la cara, espalda, piernas y rabadilla cada vez que se ponía el sol. Así que la semana pasada, harta de dormir de lado para evitar que los muelles se me clavasen hasta en el pelo, me fui a la planta de muebles de El Corte Inglés, ese lugar que además de tener una cafetería de cine con vistas a Callao tiene absolutamente todo lo que yo necesito. Lo amo.



Una dependienta llamada Domi (¿?) se ofreció amablemente a probar conmigo camas, cosa absurda por otra parte. Porque probar una cama un minuto mirando para el techo no te va a dar datos sobre qué se siente en ella 8 horas (si tienes suerte y unos horarios no esclavizantes). También porque una vez llevas probadas cuatro, Domi se impacienta y tu ya no sabes cómo tumbarte. Luego tienes una conversación de cama con la tal Domi que aburrida, también se ha acostado contigo y te cuenta que el colchón en el que estáis es casi viscoelástico pero no del todo. Luego, más aburridas todavía, decidimos investigar el colchón que se había comprado mi querida Helenne Hanff la semana pasada, porque en El Corte Inglés si te vas a gastar dinero te tratan genial y te lo conceden todo. Husmear en las cosas de los demás, también. Agotada, salí de allí con un colchón que se llama UFO, el ovni de los colchones. Espero que me haga volar a otros planetas, porque a mí realmente dormir me da igual.




Decidí después que UFO merecía que yo dejase de dormir con camisetas jiñosas y roídas y me dirigí a un OYSHO, templo de la ropa interior con motivos estúpidos por estampados...en la que también hay algunos básicos atemporales. Pasé de largo la sección Kitty, Snoopy, Puppy Chupi Guay y me llevé un montón de camisones rosas, batas rosas, pantaloncitos rosas y bragas rosas porque me he dado cuenta de que el rosa me relaja y me da sueño. Como mi perro.



Y ahora, lejos de tener mi cama soñada, tengo la que tengo, que también está muy guay. Cuando volví de Marruecos decidí que todas mis sábanas serían blancas como en la canción y como en el Riad en el que dormimos en Marrakech. Mi Señora Madre se ahogaba entre tanta sábana blanca y ventanas en el techo, pero yo disfruté, por primera vez en muchos años, de un sueño reparador.
Por fin, en agosto de 2010, pude volver a dormir como en agosto de 1990, cuando en un hotel de Torremolinos mis padres consiguieron que el director del hotel me dejase dormir en una cuna aunque no cupiese. Una ya tenía sus gustos aunque no tuviese todos los dientes.
Y han sido muchos años de insommnio crónico pero merece la pena comprobar que tiene cura. Se llama dinero y doble ventanal.


Si tuviese que pensar en una CAMA DE CINE dónde los sueños se hagan realidad, me quedo con esta. Soy incapaz de pensar en una referencia cinematográfica. La cama-coche es mejor.

2 comentarios:

  1. Voy a denunciar a Domi por violar la ley de protección de datos. Viva el colchón Triana y Marimar, mi dependienta de El Corte Inglés!

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  2. Con lo que tu antigua cama ha visto y disfrutado, en fin. No te deshagas de la dueña primigenia de esa ganga conseguida en el Rastro por 30 euros (más 5 de transporte y subida de las escaleras del infierno, yo soy así de rancia que ni propina le di al pobre hombre).

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